El sueño que nos impulsa

Por el Equipo Directivo de INAIG

En febrero del 2011, inició un proyecto que parecía pequeño e insignificante: un grupo de profesionales guatemaltecos decidió conjuntarse para empezar analizar los principales acontecimientos del momento. Una inquietud guiaba a todos y cada uno de quienes iniciamos  este esfuerzo: la convicción de que los científicos sociales tenemos algo que decir en la transformación de la realidad.
Para entonces, la mayoría nosotros laborábamos regularmente en centros académicos, impartíamos clases en las aulas universitarias, y eventualmente, colaborábamos con los medios de comunicación para expresar alguna idea u opinión. Sin embargo, la insatisfacción era palpable. ¡Había que hacer algo más!
Demasiados fenómenos ocurren diariamente, y muy pocas voces expresan opinión basados en el conocimiento que nos da las ciencias sociales; muchas decisiones, por lo tanto, se realizan bajo el esquema de “prueba” y error. Los resultados de ese andar a ciegas y de esa falta de previsión están a la vista, por donde quiera que se vea.
No creemos poseer la verdad, claro está; si creemos, por el contrario, que tenemos algo que aportar: una nueva idea que considerar, una reflexión interesante que vaya quedando lentamente en la mente de los lectores, un espacio para que aprendamos a respetarnos, a convivir juntos, a buscar soluciones de forma conjunta, aún cuando tengamos opiniones encontradas.
Aprendimos en el día a día que en este país, la mayoría de los actores políticos quieren cambiar sinceramente a este país, pero todos cometen el mismo error: pretender que solos, con su fuerza y sus grandes ideas, van a “implantar” el cambio desde arriba. Se olvidan que todo esfuerzo verdadero y sustentable en el tiempo es de conjunto; no es la obra de un genio solitario que ha logrado la iluminación, es resultado del trabajo en equipo y el esfuerzo tesonero.
Ricardo Arjona tiene razón cuando dice que el cambio depende de cada uno, del dejar de vernos como enemigos entre nosotros y de querer pisotear a quien no piensa ni vive como nosotros.
Nuestro esfuerzo, por lo tanto, quiere construir una plataforma para el encuentro, para el sano debate, para el respeto mutuo que nos permita reconocernos como hermanos de un pequeño, pero gran país.
Vivimos en un pedacito de tierra en el que existen muchos seres humanos que sueñan con un país grande entre los grandes; nuestro esfuerzo solo es apenas un granito de arena para construir esa patria grande y fuerte que cobije a todos los guatemaltecos en un solo objetivo: que Guatemala se eleve hasta el cielo, “más que el cóndor y el águila real”.
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